En esta hora procuramos permanecer, en espíritu, al pie de la Cruz de Cristo para suplicar la misericordia para nosotros y para el mundo entero en virtud de los méritos de Su Pasión.
El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde.
El velo del templo se rasgó por el medio.
Jesús, con un grito, exclamó:
"Padre, en Tus manos encomiendo Mi espíritu."
Y diciendo esto, expiró.
Lc. 23, 44-46
"Esta es la hora de la Gran Misericordia para el mundo entero."
N° 1320
"Te recuerdo, hija Mía, que cuántas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete totalmente en Mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica Su omnipotencia para el mundo entero y especialmente para los pobres pecadores, ya que en ese momento se abrió de par en par para cada alma. En esa hora puedes obtener todo lo que pides para ti y para los demás."
N° 1572
"Dile a la humanidad doliente que en esa hora se estableció la gracia para el mundo entero:
La misericordia triunfó sobre la justicia."
N° 1572
Jesús desea que a esta hora también sea contemplada Su dolorosa Pasión, en la cual se manifestó el amor de Dios por el hombre.
Jesús quiere que por los méritos de Su Pasión pidamos las gracias.
"Hija Mía, a esa hora procura rezar el Vía Crucis, en cuánto te lo permitan tus deberes; Y si no puedes rezar el Vía Crucis, por lo menos entra un momento a la capilla y adora en el Santísimo Sacramento a Mi corazón que está lleno de misericordia... Y, si no puedes entrar en la capilla, sumérgete en oración allí en donde estés, aunque sea por un brevísimo instante."
N° 1572
"A esta hora, nada le será negado al alma que pida por los méritos de Mi Pasión."
N° 1320